Una pesada amargura
A María Cristina Cabrera,
estrella reluciente en el
firmamento de
mis afectos
Una pesada amargura cae sobre mis
ojos.
Cristalinas lágrimas danzan en mis
mejillas,
al compás del llanto, que flota en la
brisa
como una música triste y monótona...
Sólo la sombra de mi figura cansada
es proyectada por la luz mortecina
de mi tarde interior,
esa tarde que hoy se cubre con un
manto de duelo,
porque ha muerto una ilusión...
Era esa que guardaba, con celo,
en mi vientre y en mi corazón.
Era ese hijo que esperé con tanto
anhelo,
ese que besaste cuando me besaste a
mí,
ese que llevaría tu nombre, tu risa,
tu sangre y nuestro amor...
Una pesada amargura cae sobre mis
ojos,
ya no tengo lágrimas,
sólo me queda el dolor...
Este poema lo escribí teniendo 20 años de edad.